25/04/2024 9:00:14
Línea Verde
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A partir de 2035 no podremos comprar coches nuevos de combustión interna. Esta prohibición de la Unión Europea es un paso más para alcanzar el objetivo de convertir Europa en un parque de cero emisiones.
Hablamos sin duda de un reto tan ambicioso que hay muchas personas que piensan que es casi una utopía, otros que será un duro golpe para el bolsillo del ciudadano, pero lo cierto es que para conseguir el objetivo de las cero emisiones, la reducción de las misma ha de venir a través de actuación en el sector transporte.
Sabemos que reducir o eliminar las emisiones de los turismos es clave para la estrategia climática de Europa. Pero ¿Cómo lo hacemos? No es tarea sencilla. Porque para disminuir estas emisiones de carbono, hay que encontrar alternativas de combustible y garantizar la adopción generalizada de vehículos eléctricos con baterías en el mercado.
El Tribunal de Cuentas Europeo ha publicado una serie de informes, que demuestran, que el primer objetivo ha fracasado estos dos últimos años. El biocarburante tampoco es una solución a gran escala y el trasvase al coche eléctrico corre el riesgo de resultar costoso tanto para la industria como para el consumidor de la UE.
En Europa, el sector del transporte supone un cuarto de todas las emisiones de gases de efecto invernadero. La Unión Europea ha conseguido reducir las emisiones de todos los otros sectores, menos el que procede de los turismos. “El Pacto Verde no puede materializarse sin abordar las emisiones del coche”, explica Nikolaos Milionis, Miembro del Tribunal Europeo.
Aunque las regulaciones de prueba se han vuelto más rigurosas desde la década de 2010, los auditores de la UE señalan que las emisiones reales de los vehículos convencionales apenas han disminuido en 12 años. “La mayoría de los vehículos convencionales siguen emitiendo tanto CO2 como hace 12 años”, cuenta Nikolaos Milionis.
A pesar de mejoras en la eficiencia del motor, el aumento de peso de los vehículos y la necesidad de más potencia han contrarrestado estos avances. Además, los híbridos enchufables, inicialmente considerados una solución ecológica, aún se clasifican como de «bajas emisiones» a pesar de tener emisiones hasta un 250 % más altas en condiciones reales de conducción.
«Al no estar disponibles a gran escala, los biocarburantes no pueden ser una alternativa fiable y creíble para nuestro coche», comenta un miembro del tribunal.
Y es que los biocarburantes, electrocombustibles o el hidrógeno suelen ser las opciones que se presentan sobre la mesa como alternativa a la gasolina o el gasóleo. Pero la realidad es, que no hay plan fijo que aborde el problema de la cantidad de combustible del que se dispone o los costes.
Cuando importamos biomasa, principalmente de terceros países, se pierde el objetivo de lograr autonomía estratégica en el sector energético. Además, los biocarburantes compiten por las materias primas con otras industrias (los alimentos, los productos farmacéuticos y los cosméticos).
Los auditores de la UE llegaron a la conclusión de que los biocarburantes aún no son competitivos desde el punto de vista económico. La realidad es que son más costosos que los combustibles a base de carbono, y actualmente resulta más económico comprar derechos de emisión que invertir en la reducción de emisiones de CO2 mediante biocarburantes. Además, estos biocarburantes no siempre cuentan con el respaldo de las políticas presupuestarias de los países de la UE.
Los auditores resaltaron que la noción de que los biocarburantes son ambientalmente amigables está sobrevalorada. Las materias primas utilizadas para producir biocombustibles pueden causar daños a los ecosistemas y tener un impacto negativo en la biodiversidad, la calidad del suelo y del agua.
En Europa, se conducen muchos coches eléctricos. Pero se fabrican muy pocos. Los datos de la Unión Europea dictaminan que solo el 10% de todas las baterías del mundo se fabrican aquí. Mientras que China tiene una cuota de mercado del 76%.
«Los coches eléctricos pueden plantear realmente un doble dilema para la UE: las prioridades medioambientales frente a la política industrial, y las ambiciones medioambientales frente al bolsillo del consumidor», explica Annemie Turtelboom, Miembro del Tribunal de Cuentas Europeo.
A pesar del considerable respaldo público, el costo de las baterías fabricadas en la UE sigue siendo considerablemente más alto de lo anticipado. Esto, inevitablemente, impacta en su competitividad frente a otros fabricantes a nivel global y podría resultar en que los vehículos eléctricos europeos no sean accesibles para una gran parte de la población.
El problema de fabricación de coches en Europa es la dependencia de otros países:
Recorrer Europa sigue siendo una tarea complicada para cualquier propietario de un coche eléctrico. El informe de la UE de 2021 analizó los principales problemas de la electromovilidad.
Europa se enfrenta a un camino largo y desafiante en su transición hacia los vehículos eléctricos para cumplir con sus ambiciosos objetivos de cero emisiones.
Si bien el enfoque en los coches eléctricos de batería es claro, la UE debe equilibrar este impulso con la necesidad de mantener su soberanía industrial y ofrecer precios asequibles para los consumidores.
Es crucial implementar medidas que permitan a la industria europea producir automóviles eléctricos a gran escala y a precios competitivos, al mismo tiempo que se garantiza un suministro estable de materias primas y se impulsa la expansión de la infraestructura de recarga en toda la región.
La entrada El Tribunal de Cuentas Europeo evalúa el futuro de nuestros coches se publicó primero en Ambientum Portal Lider Medioambiente.
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